Un informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA pone de manifiesto cómo las condiciones de vida determinan el acceso y la trayectoria escoalar; Adrián es uno de los tantos que abandonó el secundario, hoy va a retomar gracias al Plan Fines. Crédito: Hernán Zenteno
Adrián Parziale vive en Villa Diamante, Lanús. En la casa donde pasó su infancia y adolescencia no había libros, mucho menos una biblioteca: de hecho, no se recuerda leyendo. Tampoco había internet o computadora. Su papá, Marino, que trabajaba como sereno en una fábrica, fue a la escuela hasta 3er. grado. Su mamá, Silvia, ama de casa, solo tiene la primaria completa.
A los 16 años, Adrián (que repitió 5° y 6° grado) dejó la secundaria en 1er. año. "No quise seguir estudiando, no le veía el sentido. Me fui a trabajar con mi abuelo, que cortaba chapas de hojalata", recuerda el joven, que hoy tiene 27 y trabaja en una cooperativa de barrenderos.
Mucho se habla de la cantidad de chicos y chicas que no logran terminar el secundario en la Argentina. Sin embargo, poco se indaga sobre el camino de vulneraciones que recorren esos niños, niñas y adolescentes hasta llegar a tener déficit educativo, es decir, abandonar la escuela o cursar con sobreedad. Esa compleja realidad es la que busca reflejar el estudio "La educación de los argentinos en clave de recursos y estructuras de oportunidades", elaborado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la UCA, al que LA NACION accedió en exclusiva y que se presentará mañana, a las 18, en el Auditorio Monseñor Derisi del Edificio Santo Tomás Moro.
"Sabemos que los sectores de más bajos ingresos tienen más dificultades para terminar la escuela, que les vaya bien en la primaria o tener una escolaridad temprana en la infancia. Lo que no se conoce tanto es el rol que juegan ciertas características sociodemográficas, los recursos de capital cultural y otros aspectos comportamentales ", detalla Santiago Poy, sociólogo y coautor del informe junto a Ianina Tuñon, investigadora del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia. En ese punto se refiere "a las estrategias que los hogares despliegan para, incluso en condiciones socioeconómicas adversas, tratar de mejorar los resultados educativos de sus hijos".
El estudio señala que todo niño nace potencialmente educable y que son el contexto social y las condiciones de vida materiales los que operan como obstáculos o facilitadores de ese desarrollo en todas las etapas: en la temprana infancia, en la educación primaria, secundaria y en la continuidad educativa en la juventud.
Tuñón subraya cómo en las últimas tres décadas asistimos a un proceso de creciente infantilización de la pobreza, enumerando algunas de las cifras que ponen sobre la mesa las desigualdades estructurales que atraviesan a miles de niños, niñas y adolescentes: se estima que uno de cada diez chicos sufre riesgo alimentario, dos de cada diez habitan en viviendas con hacinamiento o problemas graves de saneamiento, prevalencia que también se registra en las privaciones de vestimenta y calzado.
El informe del ODSA marca que casi un 30% de los jóvenes de entre 20 y 29 años que residen en áreas urbanas no completaron la escuela secundaria. Pero si se pone el foco en la desigualdad socioeconómica, mientras que casi cinco de cada 10 (47,4%) de los jóvenes que vivían en hogares de menores ingresos per cápita tienen déficit educativo, apenas uno de cada 10 de los que pertenecían a los sectores más privilegiados se encuentran en dicha situación.
Emilio Tenti Fanfani, sociólogo, investigador y profesor en la Universidad Nacional Pedagógica (Unipe), reflexiona que siempre se piensa en la escuela como un factor de igualación social: con más educación va a haber más desarrollo, más igualdad social, mejor distribución del ingreso. " Pero nunca lo pensamos al revés. Es decir, cuánta igualdad social se necesita para que haya igualdad educativa. Esto sin desmerecer el peso que tienen los factores escolares. Pero este estudio tiene un objetivo preciso: medir cómo ciertas características socioecónomicas de los hogares determinan el fracaso escolar ", señala el especialista.
Según Tenti Fanfani, para apuntar a que haya una igualdad de resultados, y teniendo en cuenta que "hay chicos que llegan a la escuela y que nunca agarraron un lápiz o vieron un libro", el Estado tiene que desplegar, por un lado, una política social fuerte para garantizar las condiciones del aprendizaje; y, por el otro, una política educativa diferenciada que tome en cuenta las características sociales y culturales particulares de los chicos con más dificultades.
Emilio Tenti FanfaniEs fundamental desarrollar una pedagogía racional, que es aquella que modula sus formas de intervención de acuerdo con las características sociales y culturales de los chicos.
Es lo que el sociólogo de Unipe llama "una pedagogía racional", que es aquella que "modula sus formas de intervención de acuerdo con las características sociales y culturales de los chicos".
Más allá de que el informe muestra que el déficit educativo está fuertemente condicionado por la estratificación socioeconómica, explora otros múltiples aspectos que pueden facilitar u obstaculizar el desempeño escolar: desde si se trata de una familia monoparental hasta si hay una biblioteca o computadora en la casa o si los chicos viven en condiciones de hacinamiento.
Todo influye a la hora de estudiar. Así le pasó a Adrián: por más que sus papás lo intentaban, a los dos les resultaba muy difícil ayudar a su hijo menor a hacer la tarea. "Siempre me costó mucho el estudio. Hoy me doy cuenta de que fue un error dejarlo", cuenta.
Adrian ParzialeSiempre me costó mucho el estudio. Hoy me doy cuenta de que fue un error dejarlo
El lunes pasado, decidió dar el paso que venía postergando desde hacía 11 años. Se acercó a la escuela donde cursó la primaria y se encontró con su director, José García. "Le dije que quería estudiar porque en todos los trabajos que buscaba se me cerraban las puertas por no tener el secundario completo", detalla Adrián. Ahí mismo, el docente le entregó su título primario, que el joven nunca había ido a buscar. La emoción fue enorme.
Las características del hogar
Son muchas las características del entorno que inciden en el abandono. Pertenecer a familias monoparentales, por ejemplo, se constituye en una desventaja en términos de los procesos de acompañamiento de los trayectos educativos : un 40% de los adolescentes que viven en estos hogares no terminaron la secundaria o están desfasados en edad. Por otro lado, la maternidad o paternidad adolescente también aparece como uno de los factores más influyentes a la hora de dejar la escuela.
Santiago PoyEl nivel de estudios alcanzado por los padres de los jóvenes, que haya presencia de libros en la casa y que hayan tenido comportamiento lector, marcan grandes diferencias
Pero otro de los aspectos que más inciden a lo largo de todo el desarrollo de los chicos y en el que muchas veces no se pone el foco es el llamado capital cultural. Según advierte Poy, el nivel de estudios alcanzado por los padres de los jóvenes, que haya presencia de libros en la casa y que hayan tenido comportamiento lector, así como la realización de deportes y actividades artísticas, marcan grandes diferencias.
Ianina Tuñon explica que en el informe "es fácil advertir que los ingresos son un recurso muy relevante de los hogares en su relación con los logros educativos de sus miembros". No obstante, "demuestra que las características del hogar, los recursos culturales, humanos, e incluso el capital social, son aspectos determinantes" .
Otro de los datos medidos por el ODSA que llaman la atención es que, si un joven vive en un hogar con un integrante con discapacidad, se triplican las posibilidades de que tenga déficit educaciona l. En este sentido, Mariana Altamirano, licenciada en psicopedagogía y profesora de la UCA, explica que no es que "el miembro con discapacidad genere dificultades o interferencias, sino a las condiciones que llevan a que, muchas veces, los familiares tengan que dedicarse al cuidado".
Poy explica que al abordar edades diversas, el informe muestra cómo muchos de los factores van teniendo un efecto acumulativo. "Lo que en la primaria se manifiesta como rezago, repitencia o bajas calificaciones, en la adolescencia puede traducirse, si el sistema no retiene, en un abandono educativo por parte de los adolescentes", señala.
Ianina TuñónNinguna reforma educativa será suficiente sin mayor equidad en el acceso al bienestar
En esa línea, Tuñón detalla: "Parece acertado plantear que las estructuras de oportunidades educativas requieren múltiples recursos en el interior de los hogares y las familias, y de otras tantas ricas estructuras de oportunidades. Ninguna reforma educativa será suficiente sin mayor equidad en el acceso al bienestar".
En busca de posibles soluciones, Tenti Fanfani subraya la necesidad de contar con establecimientos "más ricos en todo sentido, en infraestructura y recursos humanos, que sean adecuados para los sectores populares". Y ejemplifica: "No solo necesitamos docentes, necesitamos especialistas en nutrición, animadores culturales, psicólogos, asistentes sociales; todos esos agentes profesionales que crean las condiciones para que el maestro pueda desarrollar su tarea específica de enseñanza". En ese sentido, enfatiza que "no les podemos pedir a las escuelas, con los recursos que hoy tienen, que atiendan a estas poblaciones con un montón de vulneraciones".
Emilio Tenti FanfaniNecesitamos establecimientos escolares más ricos en todo sentido, en infraestructura y recursos humanos, que sean adecuados para los sectores populares
Por su parte, Gabriel Lerner, secretario nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, considera que es una prioridad "seguir trabajando para hacer realidad el imperativo legal de 'todos los y las adolescentes a la escuela', porque hoy esa aspiración no se corresponde con un modelo escolar con fuertes tendencias expulsivas". Además, considera importante profundizar la articulación de la secundaria con el ámbito de la salud, el trabajo y la cultura, para habilitar y garantizar procesos de aprendizaje integrales.
Cuando la semana pasada Adrián se enteró de que se podía sumar al Plan Fines para terminar la secundaria, no lo dudó. "Sentí que tenía una muy buena oportunidad", dice.Empieza a fin de mes. Como trabaja por la mañana, va a cursar a la noche. "Estoy nervioso, con miedo de lo que puede llegar a pasar, no me acuerdo de muchas cosas", se sincera. Le quedan por delante dos años de estudio. "Cuando termine, pienso en la posibilidad de seguir estudiando o conseguir un buen trabajo en blanco, con mi obra social, que nunca tuve. Ese es mi sueño. Hoy pienso mucho en el futuro, en salir adelante", asegura el joven.
Para Tenti Fanfani, es necesario un cambio de mirada que lleve a derribar prejuicios. "En nuestra sociedad es hegemónica una ideología meritocrática que dice que los individuos tienen aquello que lograron a través de su esfuerzo: si sos pobre o no aprendiste es porque sos vago o no te interesa, es decir, es culpa tuya". Considera que no es casualidad que el capital cultural y el hacinamiento, entre otras variables, se asocien con el fracaso escolar. "Son factores objetivos que van más allá de la voluntad y tienen su peso en el éxito o fracaso escolar. Esto es importante difundirlo para romper con esta representación interesada, que no es ingenua, de la ideología del mérito", concluye.
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